Primer Cadáver Exquisito
Hay bloggers que hacen un ejercicio de exhibicionismo y nos hacen saber que son los o las que más cogen, que le gusta el voyeurismo o que se hacen empomar por un marinero bengalí y sus amigotes que hace meses que no ven tierra firme. Hay bloggers que siguen los acontecimientos políticos y nos quieren convencer de que el liberalismo es maravilloso, que el trotsquismo es maravilloso, que el origami es maravilloso, que los ásiáticos invadieron América hace 5000 años y eliminaron a los verdaderos pueblos originarios y teorías por el estilo.Hay blogs finos, hay blogs intelectuales, hay blogs manejados por gente que sabe cómo hacer que google les mande un cheque, hay blogs en donde se anuncia que la revolución está aquí y se puede ver en la pantalla el avatar de líderes revolucionarios de cartón pintado, subidos al carro triunfal del contador de visitas, celebrando quién sabe qué victorias en el medallero del template.
Pero un blog es más bien una catarsis, un confesionario, una tribuna, un modo de jugar, una buena manera de vender, un lugar de encuentro o motivo de desencuentros; un ámbito donde se pela el alma aunque no se quiera, porque un blog dice mucho de quien lo escribe por más que no se describa. Tiene el atractivo de la inmediatez y la seducción de lo incierto. Es una ventana que permite espiar mundos ajenos en un universo vasto, cambiante y volátil.
Son letras escritas en el agua para un lector salteado y caprichoso que responde con adhesiones, agresiones o en clave de silencio generoso o cruel.
Tener un blog es atreverse a dar piruetas en el aire frente a ojos anónimos y ávidos, capaces de inventar el abandono por la urgencia de otra estrella aparecida en el horizonte difuso y arbitrario de la red es el océano en una noche sin luna.
No puedo imaginar visión más horrenda que la ceguera susurrante de su orilla.
Se necesita cierta dosis de desesperación o altruismo para seguir arrojando botellas a la nada. Vuelven, a veces, porque apenas si se han alejado de la última ola. Al fin y al cabo, la mayor parte del tiempo contestan desde la noche aquellos que tenemos tan cerca que podríamos hablarles al oído.
Otros, en cambio, encantadores –porque en esa fauna invisible hay sirenas y tritones de voz irresistible- construyen castillos de coral donde invitan a las almas suspirantes que constituyen su cortejo. Hombres que lucen inteligentes e informados, mujeres que son imaginadas bellas y poéticas; todos personajes de leyenda menor, amados y –secretamente- envidiados por aquellos que sólo pueden monologar, sin testigos, sin consuelo.
Clases magistrales, cortejos perfumados, debates eufóricos, sectas juramentadas, poesía instantánea, son algunos de los lenguajes de esta Babel silenciosa.
Acaso, pienso, por debajo de este disfraz me escribo cartas a mí mismo, a aquel que no tiene más remedio que mostrar su rostro real a los que lo rodean. A aquellos tan visibles pero tan insondables como los otros. Esos son los que prefiero, a todas luces. Los escotes que te llaman, los que te enlazan los ojos y no te los sueltan y te arrastran de la nariz hacia sus profundidades más tiernas. Como este que te quiero contar, tal cual. Bien visible y enmarcado de rojo, dos mitades gemelas e independientes, dos médanos bailando y un abismo de calor entre ellos. Imaginate. Un roce casual que me congela la mano. En serio, la mano helada. No, no te exagero, fue un toque tan intenso que me la dejó helada y se me cayeron las cuatro cajas de zapatos que le traía para probar. No te quiero mentir, a simple vista la mina no parecía gran cosa, ni siquiera estaba vestida para matar. Sólo un escote tan visible como insondable. Como los otros. Pero cuando mi mano se encontró con su piel sentí como una ráfaga de tormenta que me arrasaba. Había tanta mujer ahí adentro que no sé cómo se las arreglaba para disimularla tan bien. Ella eligió unas sandalias de tiritas rojas, puro taco, y se las puso. Caminó para acá, se paró a mi lado y me preguntaba a través del espejo, me miraba desde el vidrio esperando la respuesta y yo no pude decirle nada, estaba helado. Sólo podía mirarla, ver su figura ahí reflejada y toda la mujer que llevaba puesta, unos cuatro centímetros más alta que yo. Mientras ella pagaba los zapatos yo trataba de encontrar la mejor fórmula para encararla sin quedar como un boludo. Pero no pude, loco, me quedé sin palabras, helado. Pero la mina se me venía para donde yo estaba, para salir y casi me ilusiono, pero no sé cómo, si fue culpa mía o de ella, si nos tropezamos o qué, la cosa es que me encajó un pisotón que casi me mata. Y la única palabra que me salió de la boca fue un grito: “carajo”.Sin embargo, el silencio suele ser el mejor aliado en muchas oportunidades. Por ejemplo, cuando uno investiga nuevos blogs de gente a la que llegó por carácter ultra-transitivo. No hay peor cosa, vea, que dejarse guiar por un post brillante, o por uno medio naboleti. Como dijo una vez un crítico musical refiriéndose a uno de los últimos (y justamente ignorados) discos de Michael Jackson: no se puede ser un genio todo el tiempo.
Es por ello que uno tiene que adoptar una actitud Holden Caulfield, ahí, acechando en los márgenes, mirando dónde pisa mal y dónde la pega. Pese a que posiblemente implique hacer un mini strip tease delante de usted, lector/a, le recomiendo que lea evoluciones, y baje desnudando al objeto de eventual disfrute (para deseo no le da el piné) de a poco, caracoleándole y soltándole ocasionalmente un bretel de modo de tener un panorama acerca de sus pezones o de otras zonas erógenas. Para no ser machista, o mejor dicho, misógino, a las chicas les recomiendo que trastabillen y gateen entre los cuartos traseros o las anchas/angostas espaldas de los señores en exhibición: uno nunca sabe dónde se esconde la nutria, que es lo que todas (y algunos todos) finalmente anhelan. Y sí, algunos “anhelan” la nutria, y otros “inhalan” cada cosa!!!! Cuando uno entra a un blog, uno al ratito ya se da cuenta si su propietario ha inhalado algo! Por ejemplo: Si el blog es tranquilo, si habla de Reiki, Yoga, Inside o Meditación Trascendental, el tipo inhaló un sahumerio con aroma a pachuli! Si tiene poesías románticas, el sahumerio era de rosas o caléndulas! Si el blog es sesentoso, con flores, símbolos de paz y con imágenes de melenudos en jeans con pata de elefante, ese se mandó un porrito de aquellos! En cambio, si la onda viene roquera, con música fuerte y el último hit de slipknot, creo que ya no inhalaron, sino que la cosa entró por otro lado! Por suerte hay gustos para todos! Sería tan aburrido si fuésemos todos iguales! Qué aburrido sería que fuésemos todos iguales; qué tristes.
Y qué inútiles nos resultaríamos si dejáramos la página en blanco, si estuviéramos atragantándonos de palabras posibles que quién sabe si yo en fin tal vez de alguna manera: el fin es uno y es la letra; el blog te da el espacio para que te mires, te miren y te regales. Qué importa a quién le importa lo que escribimos; nos importa a nosotros, a cada uno, a los miles que no tenemos más opción que jugar al voyeur y contar nuestras cosas, exponernos y probarnos.
Que siempre sea ficción resulta anecdótico; el blog pide palabras, no biografías.Ser iguales es no ser nadie y firmar es abismarse, decir esta boca es mía, le guste a quien le guste. Al fin.
De pronto se nos cuenta que el blog es un boom en la Argentina: me enorgullece.
Pero un blog es más bien una catarsis, un confesionario, una tribuna, un modo de jugar, una buena manera de vender, un lugar de encuentro o motivo de desencuentros; un ámbito donde se pela el alma aunque no se quiera, porque un blog dice mucho de quien lo escribe por más que no se describa. Tiene el atractivo de la inmediatez y la seducción de lo incierto. Es una ventana que permite espiar mundos ajenos en un universo vasto, cambiante y volátil.
Son letras escritas en el agua para un lector salteado y caprichoso que responde con adhesiones, agresiones o en clave de silencio generoso o cruel.
Tener un blog es atreverse a dar piruetas en el aire frente a ojos anónimos y ávidos, capaces de inventar el abandono por la urgencia de otra estrella aparecida en el horizonte difuso y arbitrario de la red es el océano en una noche sin luna.
No puedo imaginar visión más horrenda que la ceguera susurrante de su orilla.
Se necesita cierta dosis de desesperación o altruismo para seguir arrojando botellas a la nada. Vuelven, a veces, porque apenas si se han alejado de la última ola. Al fin y al cabo, la mayor parte del tiempo contestan desde la noche aquellos que tenemos tan cerca que podríamos hablarles al oído.
Otros, en cambio, encantadores –porque en esa fauna invisible hay sirenas y tritones de voz irresistible- construyen castillos de coral donde invitan a las almas suspirantes que constituyen su cortejo. Hombres que lucen inteligentes e informados, mujeres que son imaginadas bellas y poéticas; todos personajes de leyenda menor, amados y –secretamente- envidiados por aquellos que sólo pueden monologar, sin testigos, sin consuelo.
Clases magistrales, cortejos perfumados, debates eufóricos, sectas juramentadas, poesía instantánea, son algunos de los lenguajes de esta Babel silenciosa.
Acaso, pienso, por debajo de este disfraz me escribo cartas a mí mismo, a aquel que no tiene más remedio que mostrar su rostro real a los que lo rodean. A aquellos tan visibles pero tan insondables como los otros. Esos son los que prefiero, a todas luces. Los escotes que te llaman, los que te enlazan los ojos y no te los sueltan y te arrastran de la nariz hacia sus profundidades más tiernas. Como este que te quiero contar, tal cual. Bien visible y enmarcado de rojo, dos mitades gemelas e independientes, dos médanos bailando y un abismo de calor entre ellos. Imaginate. Un roce casual que me congela la mano. En serio, la mano helada. No, no te exagero, fue un toque tan intenso que me la dejó helada y se me cayeron las cuatro cajas de zapatos que le traía para probar. No te quiero mentir, a simple vista la mina no parecía gran cosa, ni siquiera estaba vestida para matar. Sólo un escote tan visible como insondable. Como los otros. Pero cuando mi mano se encontró con su piel sentí como una ráfaga de tormenta que me arrasaba. Había tanta mujer ahí adentro que no sé cómo se las arreglaba para disimularla tan bien. Ella eligió unas sandalias de tiritas rojas, puro taco, y se las puso. Caminó para acá, se paró a mi lado y me preguntaba a través del espejo, me miraba desde el vidrio esperando la respuesta y yo no pude decirle nada, estaba helado. Sólo podía mirarla, ver su figura ahí reflejada y toda la mujer que llevaba puesta, unos cuatro centímetros más alta que yo. Mientras ella pagaba los zapatos yo trataba de encontrar la mejor fórmula para encararla sin quedar como un boludo. Pero no pude, loco, me quedé sin palabras, helado. Pero la mina se me venía para donde yo estaba, para salir y casi me ilusiono, pero no sé cómo, si fue culpa mía o de ella, si nos tropezamos o qué, la cosa es que me encajó un pisotón que casi me mata. Y la única palabra que me salió de la boca fue un grito: “carajo”.Sin embargo, el silencio suele ser el mejor aliado en muchas oportunidades. Por ejemplo, cuando uno investiga nuevos blogs de gente a la que llegó por carácter ultra-transitivo. No hay peor cosa, vea, que dejarse guiar por un post brillante, o por uno medio naboleti. Como dijo una vez un crítico musical refiriéndose a uno de los últimos (y justamente ignorados) discos de Michael Jackson: no se puede ser un genio todo el tiempo.
Es por ello que uno tiene que adoptar una actitud Holden Caulfield, ahí, acechando en los márgenes, mirando dónde pisa mal y dónde la pega. Pese a que posiblemente implique hacer un mini strip tease delante de usted, lector/a, le recomiendo que lea evoluciones, y baje desnudando al objeto de eventual disfrute (para deseo no le da el piné) de a poco, caracoleándole y soltándole ocasionalmente un bretel de modo de tener un panorama acerca de sus pezones o de otras zonas erógenas. Para no ser machista, o mejor dicho, misógino, a las chicas les recomiendo que trastabillen y gateen entre los cuartos traseros o las anchas/angostas espaldas de los señores en exhibición: uno nunca sabe dónde se esconde la nutria, que es lo que todas (y algunos todos) finalmente anhelan. Y sí, algunos “anhelan” la nutria, y otros “inhalan” cada cosa!!!! Cuando uno entra a un blog, uno al ratito ya se da cuenta si su propietario ha inhalado algo! Por ejemplo: Si el blog es tranquilo, si habla de Reiki, Yoga, Inside o Meditación Trascendental, el tipo inhaló un sahumerio con aroma a pachuli! Si tiene poesías románticas, el sahumerio era de rosas o caléndulas! Si el blog es sesentoso, con flores, símbolos de paz y con imágenes de melenudos en jeans con pata de elefante, ese se mandó un porrito de aquellos! En cambio, si la onda viene roquera, con música fuerte y el último hit de slipknot, creo que ya no inhalaron, sino que la cosa entró por otro lado! Por suerte hay gustos para todos! Sería tan aburrido si fuésemos todos iguales! Qué aburrido sería que fuésemos todos iguales; qué tristes.
Y qué inútiles nos resultaríamos si dejáramos la página en blanco, si estuviéramos atragantándonos de palabras posibles que quién sabe si yo en fin tal vez de alguna manera: el fin es uno y es la letra; el blog te da el espacio para que te mires, te miren y te regales. Qué importa a quién le importa lo que escribimos; nos importa a nosotros, a cada uno, a los miles que no tenemos más opción que jugar al voyeur y contar nuestras cosas, exponernos y probarnos.
Que siempre sea ficción resulta anecdótico; el blog pide palabras, no biografías.Ser iguales es no ser nadie y firmar es abismarse, decir esta boca es mía, le guste a quien le guste. Al fin.
De pronto se nos cuenta que el blog es un boom en la Argentina: me enorgullece.
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Los (i)responsables a cargo:
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